El comprador, Michael Tollemache, parece ser que se refirió a la obra como “priceless”, pero él bien que pagó 7,321,250 de libras, unos 8,6 millones de euros, en la subasta de Sotheby´s. Como para doblar las esquinas de las páginas de este libro impreso, el más caro de la historia , antes de echarse a dormir. Se trata de Birds of America, del ornitólogo y pintor francoamericano John James Audubon.
Le harfang des neiges selon John James Audubon.
Lo mismo que escribir cartas a la sección de Cartas al director del periódico (recuérdese Herzog, de Bellow) hacer entradas sobre los records en un blog, aunque sean del precio de los libros, es un síntoma de inestabilidad o de muy mal gusto. En el peor de los casos, de las dos cosas al tiempo. Pero es que se acerca la navidad y me permito licencias que me vedo el resto del año. Por ejemplo, este invierno voy a batir mi record de ingesta prematura de almendrados y polvorones. Hace ya un par de semanas que empecé con uno al día y le estoy cogiendo el gusto al ritmo. Todo, con tal de llegar a Nochebuena y, ya saciado de dulce, fingir que esta vez estoy cuidando la línea, inflexible el ademán en el rechazo apolíneo de la bandeja de los dulces. ¿Seré capaz?, me pregunto, según voy tecleando e imaginando con arrobo los dulces de Mira.
Entre tanto, voy pensando en los libros que pediré a mis reinas magas, mujer, hija, madre, suegra, cuñadas... Me da apuro pedirlos de bolsillo, porque es síntoma de baja autoestima. Me gustaría recuperar Visiones de América: la historia épica del arte americano, de Robert Hughes, que se publicó en 1991 y, desde entonces, sigue valiendo 90 euros. No son los 350,000 de Eliot, pero a mí me cuesta rascarme el bolsillo y me pongo en la piel de la reina maga que tendría que rascárselo. Volveré a la biblioteca de Doctor Cerrada, aquí en Zaragoza, para ver si lo han pasado a una sección de préstamo a domicilio desde la de lectura en sala y entre tanto me contentaré con mi último dispendio, los casi 20 euros de Los infinitos, de Banville, y con el libro de DeLillo que me tocó el lunes en el programa radiofónico de Miguel Mena.
La subasta de Sotheby´s no tiene nada que ver con ese ejemplar de The waste land, dedicado por Eliot en cuerpo mortal a Valéry, que según contaba este sábado Rodríguez Rivero en el último Babelia le ofrecían por unos módicos 350,000 dólares, pero el nombre del negocio que lo vendía, lame duck books, me ha venido a la cabeza por asociación avícola de ideas, aunque pienso que la expresión lame duck, medio falso amigo, quizá no evoque en un nativo a ningún pájaro, en sentido propio, quiero decir.
Il vento gonfiava le mie vesti
di veramente stabile erano le mie scarpe nere
alle caviglie ortopediche.
Un tempo passavo ore in palestra
continuai a inseguirla per inerzia.
La vidi stagliarsi tra alberi e cielo
e dopo un piccolo volo
camminare monca e rapida
avrete anche voi visto
camminare le acquile.
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