domingo, 5 de diciembre de 2010

La expresión “de autor”, espantapájaros de autor y el loro de Flaubert.

No ocurre en algunos casos, como cuando se habla de cine de autor -una modalidad de cine en la que la cota de aburrimiento está casi asegurada, pero la de calidad es sumamente incierta-, que está hecho por gentes del gremio. Pero en casi todos los otros casos, zapatos de autor, libros de autor, saleros de autor, lámparas de autor, zapatillas de autor, en los que la locución de autor se refiere a objetos realizados industrialmente o, a menudo, por artesanos, pero ideados, proyectados, diseñados, diríamos ahora con este término glotón de sus sinónimos competidores, por gente del mundo de la creación artística, pintores, modistas, escultores, un mundo de inciertos confines, tan amplio como para incluir a R. de la Prada. Si lo que caracteriza en la artesanía tradicional es en buena medida la falta de originalidad, la escasa tendencia a la innovación, a la probatina, justo lo contrario ocurre en los objetos de autor, aunque intuyo que muchas veces de autor es la vaga idea, mientras que la ejecución corre a cargo de manos expertas. Eso si es que se quiere que dure, otra de los rasgos de la artesanía tradicional, porque muchas veces lo de autor se muestra indiferente a la utilidad para la que estaba previsto el objeto de partida.

En el trentinocorrierealpi me encuentro con una serie de imágenes de espantapájaros de autor provenientes de una exposición dedicada a estos extraños seres, en los que se mezcla la adaptación al uso previsto y el mundo onírico. Imaginamos que los pájaros se asustan de aquello que puebla nuestras pesadillas, quizá porque a veces soñamos volar, huir de los espantajos terrenales que nos salen al paso, de los rostros que nos atemorizan y que de noche, cuando dormimos, nos visitas como estantiguas. Seguramente, los espantapájaros nos dicen más a nosotros mismos sobre nuestros miedos de lo que dicen a los pájaros, que, al cabo de pocos días, se han hecho amigos de estas figuras, sobre las que se posan. A veces, acaban por comportarse como aquel loro de Flaubert con Félicie en Un coeur simple, que “escaladait ses doigts, mordillait ses lèvres, se cramponait à son fichu…”, y parecen “presque un amoreux” de quien debería darles miedo.

(Foto di Giacomo Bianchi) 2

7

Chis Bangle

4

Enrico Baleri

5

Ágata Ruiz de la Prada

3

Tobia Scarpa

1

Valerio Cornetti

Los espantapájaros escasean en las ciudades. He aquí, sin embargo, un ejemplar que ha asentado sus reales en un huerto escolar del zaragozano barrio del Actur:

Foto2372

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