La página web de la BBC publica la noticia de que el ataúd de H.
(Fuente de la imagen)
Oswald, el asesino de JFK, ha sido vendido en subasta por 90.000 dólares, unos 67.000 euros. Quizá para justificar el precio, como ocurre a menudo con las ofertas de artículos electrónicos, el macabro objeto incluía un kit gratuito compuesto por algunos de los instrumentos utilizados para embalsamar el cadáver; el certificado de defunción, para que no cupieran dudas sobre el dueño del pijama de madera; una tarjeta de felicitación de Pascua que Oswald mandó a su hermano; y, lo que es aún más raro, un trozo del asiento del coche en el que iba sentado JFK cuando fue asesinado. Según iba escribiendo estas últimas líneas me ha pasado lo mismo que a muchos compradores de objetos electrónicos por navidad, que me he ido dado cuenta de que el kit no podía ser gratuito. Y es que no había leído la llamada letra pequeña, a menudo la más importante, porque, en efecto, los objetos señalados fueron subastados a parte. De manera que el interesante material que aparece en la foto dentro del ataúd debe ser puro attrezzo, porque si no, hubieran subastado hasta la tierra, ideal para cultivar malas hierbas.
Oswald no llegó a ser juzgado, porque murió él también asesinado dos días después de haber cometido uno de los mayores magnicidios del S. XX. Aún recuerdo que V. Montalbán, en Yo maté a Kennedy (Ed. Planeta, 1972), que vio nacer a Carvalho, hacía claras referencias a una trama oculta que habría manejado los hilos de la conspiración, movida por intereses financieros y políticos ligados a la extrema derecha americana. En la película de O. Stone, JFK, la reconstrucción de los puntos oscuros de la versión oficial del asesinato es abrumadora en cuanto a las irregularidades de la investigación. El papel de Oswald , el número de tiradores, la trayectoria de los disparos, todo parece apuntar a un amaño descomunal. Como señala la página de la BBC, “There have been numerous conspiracy theories ever since about who really shot JFK and why Lee Harvey Oswald was killed. The exhumation of his body in 1981 was designed to lay to rest one of these theories - namely, that the man who was buried was a Soviet agent who had taken Oswald's identity to carry out the killing”.
Cuando se escriba la futura Divina Comedia del S. XX, puede ser que Oswald aparezca en ella. Por cierto, en la espiral de elucubraciones sobre el caso cabe señalar que su cadáver fue exhumado en 1981 porque se llegó a pensar que “that the man who was buried was a Soviet agent who had taken Oswald's identity to carry out the killing” (ibid). Quien sí tendrá un papel relevante, dando por hecho que la óptica del escritor siga siendo la moral cristiana tradicional, será JFK, mártir, pero también infiel pertinaz y enfermizo, según la reciente biografía aparecida sobe él.
La edición de la novela de Montalbán que hizo Punch ediciones en 1975.
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