Parece ser que ya la revista Playboy, entre 1970 y 1985, había tirado ediciones en braille, pero sin imágenes táctiles. Ahora, acaba de aparecer un libro erótico con ambas cosas, Tactile Minds. Los modelos son amigos enmascarados de la autora, la canadiense Lisa Murphy, y su precio asciende a unos 180 euros.
Que los ciegos o las personas con una importante discapacidad visual, como cualquier otro grupo con una marcada característica diferenciadora con respecto a la mayoría, constituyen eso que llaman un nicho de mercado es indudable. Entre la oferta de la ONCE, la del sector enteramente privado y la de otras instituciones públicas, existe una amplia gama de sorprendentes actividades culturales y para el ocio de quienes no ven , desde visitas a museos hasta recorridos naturalistas adaptados. Lo que me llama la atención, sin embargo, es que casi todas las actividades que conozco están orientadas a hacerles disfrutar de lo que se pierden visualmente a través de un acceso generalmente táctil o auditivo aquellas cosas de las el resto de las personas disfrutamos de forma primordialmente visual. Supongo que el fenómeno es inevitable, pero me pregunto sino tendría también sentido ofrecerles experiencias distintas, que no intentaran paliar sino reinventar la realidad renunciando a la transliteración de la imagen. Lo digo porque no acierto a comprender cabalmente qué es una imagen táctil del tipo de las que propone este libro. Las ilustraciones eróticas de los libros convencionales tiene un valor autónomo en relación al texto, con respecto al cual, sin embargo, juegan un efecto de potenciación recíproca. ¿En el caso de las imágenes del libro de Murphy, el efecto será semejante, el tacto de lo que parecen contornos de cuerpos tendrá un efecto erotizante o sin el texto que acompaña a los relieves ese efecto resultará inexistente?, ¿se podrá leer con una mano el texto mientras con la otra se recorren las imágenes, algo que resulta complicado hacer en el libro tradicional si no se es ciego y con un ojo se quieren mirar las ilustraciones y con el otro seguir leyendo la narración? ¿Serán imágines táctiles con poder de seducción para cualquier persona, independientemente de su capacidad visual?. Casi doscientos euros son demasiados para darse el gusto de satisfacer estas curiosidades. Mi próxima desiderata para la biblioteca de Doctor Cerrada será esta. Quince días de préstamo dan tiempo hasta para devolverlo con agujeros debidos al roce.
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