Sous le pont Mirabeau coule la Seine/ Et nos amours (Apollinaire)
Las leyendas son contagiosas y la enfermedad ya ha llegado a Zaragoza. Según parece, si dos enamorados atan un candado en un puente y después tiran la llave al agua tienen asegurado su cariño por lo menos hasta la muerte. Los primeros síntomas del virus se dieron en Ponte Vecchio, en Florencia. Después, a pesar de las recomendaciones de la OMSA –la OMS del amor-, el virus se extendió a otras ciudades italianas, mostrando particular virulencia en Roma. Supongo que en otras ciudades europeas la cosa se está poniendo fea. Por lo pronto, la enfermedad también se transmite por vía electrónica.
Zaragoza, por su parte, desde que, gracias a la expo, ocupa el lugar que le corresponde en el mundo mundial, no podía ser menos y algunos de sus habitantes se han expuesto voluntariamente al contagio. Las siguientes fotos, tomadas en el Puente de Santiago ayer mismo dan prueba de ello. Son los primeros casos de abducción por candado, pero no serán los últimos, y yo que vivo en el Actur sé que de aquí a no mucho el puente mismo correrá peligro de hundimiento. Por eso, reclamo a las autoridades que pongan freno a la epidemia antes de que se extienda a otras franjas de edad y condición, porque aunque afecta sobre todo a los adolescentes, ya se conocen casos de la tercera edad.
A veces aparecen en forma de racimo, como si fueran enjambres de enamorados; otras veces, toman la apariencia de seres discretos, poco propensos a la vida social.
En otras ocasiones, no pueden evitar mostrar su carácter ofensivo y adoptan la forma de avanzadillas militares.
En fin, que la cosa no va en broma y los vecinos del Actur corren el riesgo de perder un puente y no les cuento lo que eso supondría para un tráfico que cada día que pasa está peor.
(Desde su casa, para el blog de actividades de la eoi1z, Melmoth)
Algo había oído en la radio sobre el tema, pero yo pensaba que el virus no llegaría hasta nuestras tierras, o hasta nuestros puentes, mejor dicho.
ResponderEliminarMelmoth, no te preocupes, que la crisis lo va a arreglar todo. Siempre hay una forma de abrir un candado, y si no que se lo pregunten ai ladri di biciclette, así que muy pronto todos estos candados acabarán vendidos al mejor chatarrero de Zaragoza, o sea al que mejor pague el quilo de 'candau'.
Y yo me pregunto ante esta avalancha: ¿por qué le gusta tanto a la gente "atarse" y prometerse cosas, si luego cualquier cierzo de la vida hace que se le suelten todos los nudos y ataduras volando?, ¿no será mejor sentirse libres desde el principio y respetar la libertad del ser amado?
Al fin y al cabo, el amor es respeto, ante todo respeto.
P.S.: Me ha encantado tu saludo radiofónico.
Pues qué te voy a decir, sinceridad por sinceridad, la cosa me repele y me atrae en la misma medida, cómo me gustaría, pero que esfuerzo me costaría, pero el periodista que hizo el reportaje pretendía hace un jueguecito de estilo.
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