"Ni quienes encargaban los retratos ni quienes los pintaban pudieron jamás imaginar que los vería la posteridad. Eran imágenes destinadas a permanecer bajo tierra.
Ello significaba una relación especial entre el pintor y la
persona que posaba. Esta no era todavía un modelo, y el pintor no era todavía
un medio para alcanzar la gloria futura. Al contrario, los dos, ambos vivos en
aquel momento, trabajaban juntos en la preparación para la muerte, una
preparación que aseguraba la supervivencia. Pintar era dar nombre, y tener un
nombre era una garantía de continuidad.
En otras palabras, al pintor de El Faiyum no se le llamaba
para que hiciera un retrato, tal como lo entendemos hoy, sino para que plasmara
a su cliente, hombre o mujer, mientras le miraba. Era quien se sometía a la
mirada, más que el "modelo". No debemos considerar estas obras como
retratos, sino como cuadros que representan la experiencia de que nos miren Flaviano,
Isarous, Claudina..." (J. Berger)
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La idea de que el desnudo de Goya es imaginario la tuvo J. Berger. Según él, nadie posó para la Maja
desnuda: “Goya construyó la segunda pintura a partir de la primera. Con la
visión de la Maja vestida ante él, la desnudó en su imaginación y traspasó al
lienzo el fruto de su imaginación. Atengámonos a las pruebas” (1). Dejo la
lectura de las pruebas para quien esté interesado. Creo recordar que tiene que ver con unos pechos poco probables. Me importaba más la idea.
(1) Berger, John, El sentido de la vista, Alianza editorial,
1990, p. 90.
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