El diptongo -ie- de la palabra francesa sieste (repos -accompagné ou non de sommeil- pris après le repas de midi – Diccionario Petit Robert) y de la palabra italiana siesta (sonnellino pomeridiano; sin. pisolino, riposino, pennicchella – Diccionario Disc) denota la presencia de la marca España en uno de los pocos ámbitos, el lingüístico, en los que me complazco moderadamente de nuestra capacidad exportadora. Quizá en el matiz de la definición francesa, según la cual la siesta no implica necesariamente dormir, haya un toque civilizadamente picarón. ya se sabe, el chocolate
caliente y l’amour l’après midi. Sin embargo, las asociaciones involuntarias que nos deparan las palabras son desagradables y quien, como yo, tuvo la desgracia de ver a C. J. (de) Cela por televisión contando sus siestas de pijama y orinal, no puede evitar pensar en que a los ogros de inmensas orejas les encanta el sueñecito vespertino. ¡Y de ahí a la pesadilla de pensar en C. J. (de) Cela y su amor l’après midi con su dorada Castaño hay sólo un paso!
Dicho esto, gracias a una colonoscopia, he podido confirmar una vez más que los acontecimientos inesperados, alejados de la rutina, incluso si son inducidos, son los más placenteros. En efecto, he vuelto a gozar plenamente de una siestecita dulce, profunda, enternecedora, con un despertar muelle y progresivo, sin sobresalto alguno, mientras estaba tumbado en la camilla de un box de reanimación, vestido con una bata de tejido desechable que me dejaba el culo al aire, solo, sólo con una camisa y unos calcetines bajo unas botas de media caña, ridículo como una pajarillo bajo la lluvia, pero dichoso
como pocas veces en mi vida. Ruidos propios y extraños, estomacales la mayor parte, turbaban ocasionalmente mi dulce despertar, pues de los felices enfermos que había a mis dos lados me separaba solo un gran estor blanco de Ikea. Pero ni siquiera esos parrampones impedían un suave vaivén entre el sopor y la vigilia, distinto de mi habitual despertar de finde, en el sofá, tras quizá tres cuartos de hora de profundo sueño, cuando salgo de la siesta como si hubiese estado en otro país y volviera con jet lag.
Un solo pero tengo que hacerle a la siesta inducida por la sedación. Durante el sueño, horrible recuerdo, la marca España o celtiberia, en algún momento
se convirtió en un paseo por calles del lejano oeste empapeladas con carteles de personajes públicos en los que, bajo el reclamo Se busca, aparecía la foto del bandido y a continuación sus cargos, cargos tales como:
Director de caja de ahorros, consejero de empresa, tres veces ministro y una primer ministro, representante sindical, director del banco mundial, presidente de fundación benéfica, dirigente empresarial… Pero es que, además, algunos de ellos se presentaban a las siguientes elecciones.
Blackpool in 1971, by Martin Parr. Photograph: Co-Optic Archive (Fuente):Blackpool in 1971, by Martin Parr. Photograph: Co-Optic Archive (Fuente)
Huell, el guardaespaldas de la serie televisiva Braking Bad, se echa una siesta sobre un colchón de los caros, pura espuma viscoelática:(Fuente del GIF)
(Salvo indicación, las fotos son mías)
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