Fernando Pessoa en España se llama la exposición que se puede visitar estos días en la Biblioteca Nacional. Además de algunos textos autógrafos
del poeta y alguna que otra imagen de Lisboa y de escritores españoles relacionados con él , el núcleo de lo expuesto está lo forman los libros del poeta portugués publicados en España y las monografías de autores españoles dedicadas a él. En mi memoria lectora, Pessoa está presente sobre todo en torno a 1979, cuando mi novia me regaló la Antología de Alvaro Campos (J.A. Llardent, 1978, E.N., Editora nacional, sí, sí, nacional), uno de los volúmenes expuestos. Está comprado en El Brocense, aquella gran librería de Fernández de los Ríos que dejó de ser, quizá porque imponía demasiado entrar en ella, o allí, para no ser cursis. Después, entre otras tantas cosas, Poesía, la señera revista dirigida por Gonzalo Armero, le dedicó un número doble (7-8) en 1980. Es una pequeña joya, parecida a lo que después se ha llamado álbum. Formulo la frase con el sustantivo en singular, porque huyo de su requetefeo plural. Seguramente, los album… publicados recientemente, por ejemplo, el de la Residencia de Estudiantes dedicado a Cernuda, están inspirados en los de la Pleaide, que tan buen mercado de segunda mano tienen en Francia. Lo cierto, es que o se me pasó en mi rápida visita o el número doble no está incluido en la exposición.
En cualquier caso, tengo a esos años, los que van del 78 al ochenta y tantos como los años dorados de la recepción de Pessoa en España entre un público restringido, claro, pero abundante. A Pessoa se le veía en el metro de Madrid de la mano de los estudiantes de filología y se le veía en las playas de Cádiz de la mano de mujeres jóvenes a las que empezaba a pesarles el tedio de la vida, porque el reflujo de los entusiasmos de los primeros setenta hacía del poeta un buen caladero de sentimientos crepusculares. Después, poco a poco, fue perdiendo visibilidad, aunque, por ejemplo, la reedición del Libro del desasosiego en los Clásicos Contemporáneos Internacionales de Planeta, con traducción de Ángel Crespo, es del 98. Si Acantilado, con los altos precios que se gasta, lo retomó en su catálogo, será porque aun colea comercialmente. Su edición del Libro del desasosiego (trad. de Perfecto E. Cuadrado), corregida y aumentada, eso sí, se cotiza a 27.00 €. La de A. Crespo se puede comprar en las librerías de viejo por unos 3. Los otros 24 dan para mucho. Por cierto, seguirán siendo tan baratos los bonitos volúmenes de las Obras completas en portugués (y en inglés los Poemas ingleses) que publicaba Edições Atica.
Una parte de la Exposición está dedicada a documentar las relaciones de Pessoa con escritores afines.
Otra parte de la exposición versa sobre los poemas dedicados a Iberia y otras rarezas:
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