jueves, 29 de agosto de 2013

El fantasma de Patti Smith

 

Lo entrevisto se ve mejor y dura más que lo visto (J.R. Jiménez)

IMGP1647

De una galería de arte de la Plaza de los Vosgos, sale el fantasma de Patti Smith. Tan fotogénica como siempre, se pasea con marco y todo por los soportales. Con con ese aire suyo de indiferencia hace tiempo que me tiene mosca. Leí sus memorias y me pareció una buena persona cegada por la luz de Rimbaud, por el arte entendido como religión sustitutoria, una cosa demasiado seductora para un descreído como yo, un vicio provinciano, quizá, aunque sea en alguien proveniente de los Estados Unidos y que vivió los resultados tardíos del robo por parte de Nueva York de la idea de arte moderno. La luz de Rimbaud es una luz que viene de las estrellas, sin duda, uno de los últimos destellos del lenguaje sagrado. Pero eso ya pasó y de la ironía no se ha librado casi nada de lo mejor de los últimos decenios. Y, sin embargo, Patti Smith, mantiene ese porte poéticamente nobiliario como pocos. Es quizá un hermoso mascarón de proa de un pasado en el que todavía se podía creer, no en el pasado, sino en algo, aunque fuera en los poetas.

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