La relación entre la basura y el arte contemporáneo es tan estrecha como la del barroco con la escatología. Allí donde miras aparecen objetos reciclados como en siglos pasados aparecía polvo enamorado en los sonetos, o calaveras por doquier en los cuadros.
En su recientemente reeditado Diccionario de las Artes (Planeta, 1996), F. de Azúa ya señalaba que, en una galería de arte, no es rara la confusión entre los útiles de limpieza y las obras expuestas (1).
Crucifixión en Praga, a orillas del Moldava, hecha con zapatos viejos.
Leo en una noticia reciente un hecho que cierra el círculo de la atracción entre entre los desechos y el arte. En Dormunt, una encargada de la limpieza ha destruido parte de la instalación del artista Martin Kippenberger al destruir el yeso que contenía un recipiente de goma negra situado debajo de una estructura de madera, de dos metros y medio de altura. la obra se titula(ba) “Cuando el techo empieza gotear” y estaba asegurada en unos 800.000 euros. Pues eso, que cuando el techo empieza a gotear, tarde o temprano, hay que cambiar el cubo.
La obra dañada de Kippenberger (Fuente)
(1) “Durante muchísimos años, las obras de arte se producían en los talleres y en los estudios, pero en la era moderna y debido a la penosa tarea de esclarecimiento a que se ha entregado la artisticidad, solo podemos afirmar que una obra de arte es una obra de arte si se produce en una galería. Incluso, en ocasiones, podemos sufrir una confusión y tomar, por ejemplo, los útiles de limpieza de una galería por una obra de arte. No sería la primera vez que tal cosa sucede”. (Azúa, Félix de, Diccionario de las Artes, Anagrama, 2002, p., 169)
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