Hace cinco días se cumplió el aniversario del inicio de la Guerra de Irak. Dos de las obras que se han ocupado de ella y que más me han llamado la atención son una pequeña serie fotográfica y la gran novela de J. Franzen, Libertad (Salamandra, 2011).
La serie fotográfica se puede ver en la exposición que el Centro Reina Sofía dedica a Robert Adams, un maestro del pequeño formato fotográfico -tan poco habitual en la actualidad-, atento al detalle, y, a través de él, al fondo de las cosas. He aquí un par de fotos de las fotos originales y el texto de presentación:
En el libro de Franzen, la Guerra de Irak que aparece es la de los fructíferos y sucios negocios que pudieron hacer algunos a costa del erario público americano. Más allá de la anécdota, aparece el trasfondo moral de una guerra basada en “una sarta de falsedades, falsedades inventadas”, según dice Jonathan, uno de los personajes menores. La guerra ofrece una ocasión excepcional a un jovencísimo emprendedor para pegar un buen pelotazo, al amparo de sus ideales republicanos. Se trata de Joey, el hijo del matrimonio protagonista, que a la espera de consumar la operación trabaja en una empresa que gestiona contratas guerreras. Su padre, moralista empedernido, intenta hacerle ver la suciedad escondida tras el brillo de la burbuja bélica (p.484):
- ¿Qué no entiendo? –replicó su padre-. esta es una guerra por una cuestión de política y beneficios. ¡Y punto!
- Que no te gusten las ideas políticas de determinadas personas –dijo Joey- no significa que todo lo que hagan sea incorrecto. para ti, es como si todo lo que hacer fuera malo, esperas que fracasen en todo, porque detestas sus ideas políticas. ni siquiera quieres oír el lado bueno de lo que está pasando.
- No hay lado bueno en lo que está pasando.
- Ya, vale, es un mundo en blanco y negro. Nosotros somos todos malos y vosotros sois todos buenos.
- ¿Crees que es así como funciona el mundo? ¿Que para que vosotros os forréis hay que volarle la cabeza y las piernas a chicos de tu edad en Oriente Medio? ¿Ése es el mundo perfecto en el que vives?
- Claro que no, papá. ¿Podrías dejar de decir estupideces por un segundo? Allí la gente muere porque su economía está jodida. Nosotros intentamos arreglar es economía, ¿vale?
- No deberías estar ganando ocho mil dólares al mes –dijo su padre-. Sé que te crees muy listo, pero hay algo que va mal en un mundo donde un chico de diecinueve años sin formación consigue eso. Tu situación apesta a corrupción. eso tuyo me huele muy mal.
Al final, el chico cambia de actitud y dedica la plusvalía de la operación a paliar los daños producidos. Un poco como su padre, que, empleado en defender el fracking, porque a cambio queda garantizada la protección ambiental de una gran área de terreno, terminará por darse cuenta de que no hay gran mal que por bien se pueda hacer.
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