sábado, 20 de marzo de 2010

Rincón de no sé qué. Versiones screener

“A Dick le encanta robar. Le produce emoción; es una enfermedad. Yo también robo, pero sólo si no tengo dinero para pagar. Dick, aunque llevara cien dólares en el bolsillo, robaría una barrita e chicle” (A sangre fría, Capote Truman, Anagrama, 2009, p. 367)

En los buscadores aparecen como versiones screener, de screen, pantalla, claro. Son las copias ilegales de las películas que han sido grabadas durante su proyección en las salas. Suelen ser de baja calidad, porque contienen ruidos del resto de los espectadores, toses, carraspeos, latas de cerveza que se abren. Y es que el pirata que las graba tiene que fingir ser un espectador común para que no le descubran. Imagino que si la película le gusta hasta acabará por desatender su trabajo. En la mayoría de los cines, antes de la proyección del film, se advierte de que esas prácticas son constitutivas de delito y pueden acarrear serias condenas de hasta… Imagino, por ello, que habrá ya quien se dedica a grabar no por estricta necesidad, sino por afición, por la emoción que produce la posibilidad de ser pillado –lo cual no deja de ser otro tipo de necesidad. Yo he hecho fotos en alguna exposición de arte sin saber si estaba permitido o no. Me pregunto si me había ahorrado la pregunta al celador para aumentar la emoción y disfrutar del valor añadido de exclusividad de la imagen. A algunos grafiteros sólo les pone trabajar en condiciones de alto riesgo de ser detenidos y alto riesgo de accidente, a veces, también. He oído que los grandes almacenes encarecen sus productos un 2 o 3 por cien en base al lucro cesante debido a los hurtos. ¿Estará ya ocurriendo lo mismo con el precio de las entradas al cine? Mientras veía un vez una copia de El buen pastor (R. de Niro, 2006) empecé a oír un ruido de fondo. Pensé que era debido a imperfecciones del archivo, pero  la cosa seguía y como la peli empezaba a languidecer noté que el ruido cada vez me interesaba más y que tenía algo de familiar. Como iba subiendo de volumen muy, pero que muy lentamente pude distinguir una especie de suspiro que cobraba hondura. No dilato más el escaso suspense. Era un ronquido de alguien que se había quedado sopa, quizá en screener mismo, durante la sesión. Y bien pensado, tenía bastante razón, porque la peli empieza con fuerza, pero poco a poco se esbafa hasta perderla. Sería quizá que el screener estaba sentado al lado de un crítico pasional, como, por ejemplo, Boyero o que una emoción ilícita tan larga como un peli entera es demasiado para el cuerpo.

He aquí una foto de una pantalla que evoca las cabezas que a veces se ven en las versiones screener.

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viernes, 19 de marzo de 2010

Rincón de los reportajes. El divorcio B. Ecclestone y la curiosa posición de su pie derecho, como levantándolo del freno, cosa lógica en el boss de la Fórmula 1. Pezuña de fauno o se está haciendo pipí.

Tengo ya años suficientes como para saber que Ecclestone en algún momento de su vida no tuvo canas, ni llevó las mismas gafas que ahora, ni se peinó con flequillo, pero quizá eso pertenece a la noche de los tiempos, al corto periodo de su vida en el que no fue conocido, a su infancia, porque en seguida entró en panteón de la fama. La imagen actual es tan potente que resulta imposible imaginarlo distinto, sin ese aire de niño envejecido y enfadado, serio y al tiempo con una punta de mirada traviesa. Cada vez que veo una foto suya veo siempre lo mismo, el pelo que me gustaría tener a mí –creo que también a Anasagasti-, además liso,  las gafas que no me atrevo a hacerme, por poco modernas, y, sobre todo, unas acompañantes que responden al ideal  de acompañante, subgénero modelo de moda femenina. Por eso, cuando ayer leí en El País que se divorciaba, me sorprendió notar que la noticia, por primera vez, me hacia descubrir un lado débil en su persona, un rasgo humano, el del cónyuge que tras más de veinticinco años de matrimonio tira la toalla, apaga el motor, diríamos en este caso. El topos del divorcio es un elemento primordial en el imaginario de los semidioses de la prensa internacional, pero eso no quita para que los maridos cincuentones nos sentamos afectados por noticias como esta. La nueva faceta del personaje me permitió, por fin, mirarlo en detalle, sin que en sus triunfos proyectara mis derrotas capilares, y entonces descubrí que Ecclestone no tiene los años que aparenta o solo los tiene cuando negocia los circuitos en los que deben celebrarse las carreras de Fórmula 1, porque cuando está con una mujer, a la vera de la cual tiende a ponerse como los desamparados bajo el manto protector, se convierte en un adolescente tímido, que no sabe desprenderse aún de los indicios que delatan inseguridad. A veces son unas uñas comidas, otras, un maquillaje excesivo, o un rictus asustado. En su caso, es el pie derecho, medio contraído, apocado, como si pensara que lo tiene demasiado grande o que los zapatos que lleva no son adecuados para la ocasión. Antes, sus fotos  me hacían pensar que vestía como viejo  mod  que ha cambiado la moto por los coches de carreras -de hecho, empezó en el mundo de la motos- y me recordaba a El Guateque de Blake Edwards, al Swinging London, a O (1975), de Cabrera Infante. Por todo ello, me impresionaba, pensaba que era pequeño pero matón, y, además, fiel a una estética que me atrae. Cuando ayer vi que si está a la vera de una mujerona tiende a levantar el pie del freno, algo comprensible en el boss de la Fórmula1,  como si quisiera sustraerlo a la vista, acabó de seducirme. Ni siquiera me he planteado que de donde está levantando el pie es del acelerador.

Los seres del mas allá de los cuentos suelen ocultar algún rasgo físico que delata su procedencia sobrenatural, porque tienen miedo a ser descubiertos y encarcelados o deportados a su planeta. Si ese planeta se llama Inglaterra es comprensible que no quieran volver a él, en especial en invierno. Tanto es así, que muchos de los habitantes de ese país que , dejando de lado a Brenan y R. Graves, no son precisamente seres sobrenaturales, sino sobreseres naturales, prefieren trasladarse  a sitios como Mallorca, Marbella, Estepona o Málaga a residir. Quizá el motivo por el que Ecclestone adopta la postura descrita sea que no tiene del todo domada la pezuña de fauno o pie de elfo. ¿Quién sabe? Pero, ya es hora de decir algo en serio y es que de lo que estoy casi seguro es de que este señor comparte conmigo otro rasgo humano, y es que no hace a pis a tiempo y, después, en el momento más inoportuno, el de la foto, está que no se aguanta más. Mi mujer también me ha amenazado con el divorcio ya varias veces por la misma razón.

He aquí algunos testimonios gráficos de lo que digo:

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Y los detalles que lo confirman:

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Por si quedaran dudas de que le tira el right side he aquí otras fotos

Algunos enlaces:

http://en.wikipedia.org/wiki/Bernie_Ecclestone

http://www.publico.es/televisionygente/236581/eccleston/hitler/conseguia/cosas/funcionasen

http://nbcsports.msnbc.com/id/31734969/

http://www.timesonline.co.uk/tol/news/uk/article5199172.ece

miércoles, 17 de marzo de 2010

Rincón de las actividades. Charla coloquio organizada por el Dpto. de inglés: Everything you´ve always wanted to know about Black American culture but you were afraid to ask

By Jennifer Gay March 23th, tuesday, 12:00 and 19:00 (Salón de actos)

Al hilo del título de esta charla coloquio me permito recomendar la lectura de un libro que apareció en septiembre del año pasado. Se trata de El ruido eterno:

ruid

Ross, Alex, El ruido eterno (escuchar al siglo XX a través de su música)

Barcelona, Seix Barral, 2009 Páginas: 798
Precio: 24 €
Traducción: Luis Gago








Reproduzco en negrita las palabras que M. Rodríguez Rivero le dedicó en El País en el momento de su publicación:

Imprescindible

Pertenezco a una generación que atravesó la enseñanza primaria y secundaria sin recibir la menor educación musical. De manera que llegué tarde a la música clásica. El jazz me había ayudado a combatir cierta sordera al ritmo que, en todo caso, nunca llegó a ser como la del Che Guevara, de quien Oliver Sacks cuenta en su ensayo Musicofilia (Anagrama) que "se le podía ver bailando un mambo mientras la orquesta tocaba un tango" (lo mismo le pasaba en política). En todo caso, tardé en interesarme por la música del siglo XX: mi horizonte se clausuraba en Mahler, más o menos. Tuve que esperar hasta 1991 para que se produjera mi particular epifanía: ocurrió en el Auditorio Nacional, mientras me dejaba fascinar por la marcha fúnebre del Cuarteto número 15 de Shostakóvich. Desde entonces he intentado ir escuchando lo más imprescindible. Y traté también de leer sobre ello, pero nunca encontré libros que me resultaran suficientemente atractivos como para animarme a terminarlos. La crítica musical que leía en la prensa (cuando la había, que ésa es otra) solía dejarme siempre con la sensación de que yo estaba tres pisos más abajo del nivel del lector al que se dirigían. Sólo había un crítico al que entendía y que, además, tenía la virtud de entretenerme y avivar mi curiosidad. Ese crítico es Alex Ross, que viene ocupándose de la crítica musical de The New Yorker desde hace más de una década. El tipo es (aún) joven y culto. Estudió en Harvard, donde, por cierto, ejerció de disc jockey de música clásica para la emisora de la universidad. Es listo, irónico, brillante, literario, ameno, elegante. Bueno, pues esa joya publicó en 2007 el libro que cambió mi vida: The Rest is Noise, una estupenda historia cultural de la música del siglo XX en la que no hay ni una sola notación musical y todo está perfectamente contado y salpicado de anécdotas y detalles que convierten la lectura en un auténtico gozo. Los capítulos sobre la música bajo Stalin y Hitler no tienen desperdicio, por ejemplo. Bueno, pues enhorabuena: el libro lo publicará en septiembre Seix Barral (traducción de Luis Gago) con el título (que no me gusta mucho) de El ruido eterno. Ya he encargado algunos ejemplares para regalar a los amigos. Y, por favor, perdonen mi entusiasmo, tan naíf.

Esta previsto que la lectura del libro pueda completarse a través de un sitio web (www.therestisnoise.com).

El motivo por el que traigo a colación este libro, y ya iba siendo hora de decirlo, es porque el cuarto capítulo de la primera parte, para un lego en la materia como yo, permite hacer una excelente repaso por la música negra des los años veinte hasta finales de los años cincuenta, con especial atención a las difíciles condiciones de producción de los músicos cultos negros y a las relaciones entre la música popular afroamericana y la música culta. El capítulo se titula Invisibles: Compositores estadounidenses de Ives a Ellington, (p158-204) (http://www.therestisnoise.com/2007/01/chapter-4-invis.html)

He aquí un pequeño fragmento en el que se cuenta una anécdota de D. Ellington (p.197):

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Rincón de los escaparates. Bling-bling daquí.

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Sobre el término bling-bling:

http://en.wikipedia.org/wiki/Bling_bling
http://blogs.myspace.com/index.cfm?fuseaction=blog.view&friendId=73206221&blogId=528546811
http://www.elpais.com/articulo/opinion/triunfo/Macarra/Chic/elpepiopi/20090713elpepiopi_13/Tes

martes, 16 de marzo de 2010

Rincón de las versiones (33) y un retrato de Brassens.

Cerca de la Casa de la mujer, sobre una superficie parecida a la de los retratos de Gainsbourg, J. Dean y B. del Toro (http://holdontightmarie.blogspot.com/2010/02/pequena-galeria-de-retratos-en-el-tubo.html) me encuentro otra obra de este artista al que por su monograma he bautizado OM. Es un retrato del gran Brassens, y, para celebrar el hallazgo, me he atrevido a proponer una versión de una de sus grandes canciones, La complainte des fille de joie, tarea ardua y condenada al fracaso. En fin, espero que ayude a entender la canción a quien lo necesite.

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G. Brassensbrassen2

La complainte des filles de joie Bien que ces vaches de bourgeois {x2}Les appell'nt des filles de joie {x2}C'est pas tous les jours qu'ell's rigolent

Parole, parole/C'est pas tous les jours qu'elles rigolent

Car, même avec des pieds de grues {x2}/Fair' les cents pas le long des rues {x2}/C'est fatigant pour les guibolles/Parole, parole/C'est fatigant pour les guibolles

Non seulement ell's ont des cors {x2}/Des œils-de-perdrix, mais encor {x2}/C'est fou ce qu'ell's usent de grolles/Parole, parole/C'est fou ce qu'ell's usent de grolles

Y a des clients, y a des salauds {x2}/Qui se trempent jamais dans l'eau {x2}/Faut pourtant qu'elles les cajolent/Parole, parole/Faut pourtant qu'elles les cajolent

Qu'ell's leur fassent la courte échelle {x2}/Pour monter au septième ciel {x2}/Les sous, croyez pas qu'ell's les volent/Parole, parole/Les sous, croyez pas qu'ell's les volent

Ell's sont méprisées du public {x2}/Ell's sont bousculées par les flics {x2}/Et menacées de la vérole/Parole, parole/Et menacées de la vérole

Bien qu'tout' la vie ell's fass'nt l'amour {x2}/Qu'ell's se marient vingt fois par jour {x2}/La noce est jamais pour leur fiole/Parole, parole/La noce est jamais pour leur fiole

Fils de pécore et de minus {x2}/Ris pas de la pauvre Vénus {x2}/La pauvre vieille casserole/Parole, parole/La pauvre vieille casserole

Il s'en fallait de peu, mon cher {x2}/Que cett' putain ne fût ta mère {x2}/Cette putain dont tu rigoles/Parole, parole/Cette putain dont tu rigoles

Barbara hace una versión reivindicativa con un “…nous appellent des filles de joie” y algún otro guiño feminista.

Una versión en italiano:

La canción triste de las chicas de vida alegre.

Esos cerdos burgueses {x2}/las llaman chicas de vida alegre. {x2}/Pero no están siempre de juerga,/os lo aseguro, os lo aseguro,/no están siempre de juerga.

Pues de plantón {x2}/o haciendo el callejón {x2}/se cansan los pinreles (1)./Os lo aseguro, os lo aseguro,/se cansan los pinreles.

Tienen callos y sabañones, {x2}/y gastan zapatos a montones. {x2}/Os lo aseguro, os lo aseguro,/zapatos a montones.

Hay clientes, cerdos sin cultura, {x2}/que no ha visto el agua ni en pintura. {x2}/Sin embargo, tienen que mimarlos./Os lo aseguro, os lo aseguro,/tienen que mimarlos.

Para alguno, con su ayuda amable{x2}/ el paraíso deja de ser inalcanzable{x2}/ No penséis que roban los cuartos./Os lo aseguro, os lo aseguro,/no penséis que roban los cuartos.

Tienen el desprecio de las gentes, {x2}/el maltrato de los agentes {x2}/y la amenaza de la sífilis. /Os lo aseguro, os lo aseguro,/la amenaza de la sífilis.

La vida haciendo el amor se pasan, {x2}/y veinte veces al día se casan. {x2}/Pero nunca un bodorrio tendrán./Os lo aseguro, os lo aseguro,/nunca un bodorrio tendrán.

Tonto tu padre y tu madre vaya pieza. {x2}/No te rías de una pobre belleza {x2}/Es un pobre y viejo zarrio./Os lo aseguro, os lo aseguro,/un pobre y viejo zarrio.

Por un pelo, esa puta, querido mío, {x2}/tu madre no ha sido, {x2}
esa puta de la que te ríes./Os lo aseguro, os lo aseguro,
esta puta de la que te ríes.

(1) He preferido pinreles a, por ej., patolas, más fiel al original.

lunes, 15 de marzo de 2010

Paredondehelarte. Visita de Angel Duerto Oteo. Tres breves anécdotas somardas.

El fotógrafo Angel Duerto Oteo quiso visitarnos para agradecernos nuestro interés por su obra, o para interesarse por nuestro agradecimiento hacia su obra, que viene a ser lo mismo. En esta foto aparece, a su izquierda, con uno de sus hijos y su mujer. Al otro lado, tres miembros del personal de la Escuela, encabezados por la directora. Tras la cámara fotográfica estaba otro miembro del equipo D, Ricardo Duerto, profesor de español para extranjeros. Detrás, las hermosas fotos de la expo (http://holdontightmarie.blogspot.com/2010/01/la-exposicion-que-manana-estara-colgada.html)

aduerto


Tres sketches sobre Angel Duerto:
1. Su hijo Ricardo nos hace la foto de grupo que figura un poco más arriba. Bromeo con él sobre si hemos salido bien o no y oigo que su padre le dice, “pero cuántas has tirado”. Noto en la frase una especie de reproche -quizá Ricardo se ha dejado llevar por el vicio de hacer varias fotos de lo mismo- y veo la impronta de un tiempo en que apretar el botón en la mente del fotógrafo estaba asociado a un proceso complejo y costoso. Había que pensarse cada foto, no malgastar el material. En la era pre digital, además, hacer una o varias fotos era señal de puntería con el objetivo, como en el  far west pegarle a medio dólar de plata lanzado al aire con una o más  balas. El número de disparos retrataba la calidad del pistolero. Y es que las condiciones de producción determinan los vicios y virtudes del artífice de una actividad y a veces nos confundimos de contexto espaciotemporal. 
Si el orden del tiempo se pudiera revertir y hacer que la era digital precediera a la pre digital, el hijo de Angel Duerto podría haber dicho a su padre, “a que solo has tirado una foto, mira que te tengo dicho que hagas varias”.

2. Escribí un texto para la exposición en el que, a la luz de las fotos, hablaba de la relación lírica con la naturaleza que mantenía A. Duerto (Vid el enlace de arriba). Es un texto largo, algo farragoso y un pelín impostado, pero con el diente hincado, creo, en el sitio justo, aunque después la digestión de la pieza no hubiese sido óptima. Ricardo, cuando lo leyó, me dijo que le iba a gustar a su padre. Así es que, durante su visita a la escuela, después de los primeros intercambios de frases banales, me atreví a preguntar al fotógrafo si había algo de verdad en mis palabras. Agradezco su respuesta y estoy de acuerdo con ella: –me dijo-, pero es un poco exagerado

La verdad es que, además, he notado que quien se expresa a través de imágenes desconfía a menudo de las palabras, como si  dijera, pero tú te crees que yo hubiera querido decirlo con palabras hubiera hecho las fotos. Y pienso que de la misma manera que un buen retrato roba el alma y refleja cosas que el modelo desconoce en sí mismo (Proust), la crítica debe tender a descubrir lo que el artista no sabe conscientemente,  pero que está presente en su obra. Cuántas veces esto no habrá sido origen de enemistades...

3. Me cuenta su hijo Ricardo que hace años cogió un día el teléfono y alguien preguntó por su padre de parte del conocido pintor y director de cine Julian Schnabel (http://es.wikipedia.org/wiki/Julian_Schnabel). Como su padre no estaba en casa en ese momento dejaron un número de teléfono al que debían llamar cuanto antes porque, según dijeron,  Schnabel estaba interesados en las fotos que había visto. Cuando volvió su padre, Ricardo le insistía para que llamara, que era de parte de Julian Schnabel, papá, ya sabes. Y su padre, quién sabe por qué, le dijo, bueno, pues si quiere algo que vuelva a llamar, que tengo mucho que hacer.

domingo, 14 de marzo de 2010

Rincón de los reportajes. El volante de Alonso. Primera carrera de la enésima temporada que este año va a ser distinta…

Es asturiano, pero tiene un apellido mesetario y una especie de prudencia retranquera que debe contrapesar aerodinámicamente sus prisas al volante. Cara de niño y mirada de viejo resabiado, trucos de magia con las cartas Fournier y una cuenta corriente de quitar el hipo (huracanado). Un tipo extraño, diríamos. Además, se viste con esos monos que hacen pensar en un artista de las vanguardias de los años treinta, de aquellos movimientos que querían cambiar todos los aspectos de la vida. Y, así debe ser la suya, de vanguardista, una especie de monacato contradictorio, en el que para saber si se puede adelantar a 300 km en un circuito va y se pega tres vueltas en bicicleta (¿será de alquiler? ¿habrá un servicio tipo bicizaragoza para los pilotos de formula uno con dos o tres estaciones de aparcado en cada circuito?), pero antes el tío ha llegado al circuito en helicóptero. Dicen que esúnico en añadir mejoras al coche, que tiene una sensibilidad extraordinaria para oír el motor, para transustanciarse con el vehículo. Tantos años después de Marinetti -que entraba en éxtasis con el ruum, ruum , como si creyera que el fenómeno mecánico llamado aceleración fuera el equivalente moderno de un milagro, un poltergeist de la industria- era justo que Alonso acabara en Ferrari, una marca siempre en ese difícil equilibrio entre lo hortera y lo exquisito, el comprador noble y el macarra, la artesanía y el último grito tecnológico, la ingle y el cerebro, el amplio acelerador y los potentes frenos, el niño y el adulto.

Lástima que la F1 sea un deporte tan aburrido, en el que, aparte de la salida, los accidentes y los escasos adelantamientos, por mucho que los comentaristas se repartan la información técnica, el cotilleo y las gracietas, haya poco que ver. El mejor momento es cuando vuelves a mirar tras las interrupciones publicitarias o la visita al váter, porque piensas que, aleluya, puede haber pasado algo, o sea, un trompo a lo coche peonza, un garbeo por el cuidado césped, que Martínez de la Rosa por fin haya volado , o que un jefe de escudería haya emitido uno de esos mensajes en clave en los que “lo estás haciendo muy bien, muy bien…” quieren decir “lánzate al cuello del de adelante, pégate a su culo y aguanta el rebufo, a ver si se avergüenza de sus emisiones y patina”

He aquí el volante en italiano de Alonso, la pieza que como la piedra filosofal de los alquimistas que convertía en oro los otros metales, le permitirá, junto con lo pedales, transformar su sabiduría de piloto en millas por hora, sus logos publicitarios en millones de euros y sus sudores en fama, títulos, orgullo. Pero no es cualquier cosa, tiene teclas para afrontar cualquier imprevisto, tantas que como te equivoques de imprevisto y te creas que cuatro gotas son lluvia o que el alerón va cantando demasiado y decidas cerrarlo de medio grado en medio grado, de manera secuencial, como si te diera vergüenza haberlo dejado abierto, pues la cagas y en cosa de cinco segundos te han adelantado todos los otros coches, como en los videojuegos. Pero eso no le puede pasar a Alonso, solo a los demás.

http://static.repubblica.it/interattivi/sport/volante/volante.html