jueves, 10 de junio de 2010

El cine siempre fue para los novios.

Hace pocos días  la prensa de todo el mundo se hizo eco del hallazgo en Nueva Zelanda de 75 películas del periodo del cine mudo, algunas de las cuales se daban por perdidas para la historia del cine. La National Film Preservation Foundation, propiedad de la Biblioteca del Congreso, en colaboración con la Filmoteca nacional neozelandesa, se encargará de su restauración. La prensa se hace amplio eco: Guardian, N.Y. Times, El País, L´espress, Repubblica.

clip_image001Weegee (Arthur H. Fellig). Palace Theatre, c1940. Wilson Centre for Photography  © Weegee / International Center of Photography / Getty Images. Foto proveniente de la exposición http://www.tate.org.uk/modern/exhibitions/exposure/default.shtm

El cine se ha prestado a todo tipo de ceremonias, individuales y colectivas, es propicio para el solitario, que puede abstraerse, relajarse ante la ausencia de la mirada ajena, es óptimo para las parejas, que pueden unir sus manos al tiempo que se ensimisman en el espectáculo, y puede servir hasta para los grupos, que encuentran en la pantalla un motivo de unión y celebran, en silencio o a través de comentarios, una ceremonia que confirma los vínculos de la colectividad.

Una de las pocas mujeres de la generación del 27, Concha Méndez, recuerda su noviazgo con Luis Buñuel y las tardes que pasaban juntos en el cinematógrafo. Fueron novios siete años antes de que Buñuel se fuera a parís en 1925:

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mentapaUlacia Altolaguirre, Paloma, Concha Méndez. Memorias habladas, memorias armadas, Madrid, Mondadori, 1990, p., 39-40.

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