José Luis Pardo (fuente):
"Naturalmente, Freud se anticipa a las objeciones que un
crítico no avisado podría dirigirle, acusándolo de «delirar» en lugar de
«razonar»: él reconoce que sus hipótesis... son «fantásticas». Pero el hecho de que sean
fantásticas, como lo son los sueños, así como el de que los supuestos «datos»
en los que se basan carezcan del estatuto que se exige en otras disciplinas
científicas para considerarlos tales, no elimina lo que alguien llamaría su «eficacia
simbólica». Es decir, no elimina el hecho de que sin la ayuda de semejantes
«fantasías» resultaría imposible atribuir sentido a un gran número de las
«dolencias del alma» tenidas por patológicas, y aun a muchos comportamientos
ordinarios de los seres humanos que serían sencillamente incomprensibles e
intratables, del mismo modo que el humor o la inclinación a la comicidad no
podrían entenderse, según Freud, de no verse en ellos la aspiración «a alcanzar
por estos caminos el talante de nuestra infancia, en la que no teníamos noticia
de lo cómico, no éramos capaces de hacer chistes y no nos hacía falta el humor
para sentirnos felices en la vida» (El chiste y su relación con lo inconsciente)".
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