“Los peores son los que lo olfatean y tratan de lamerle la mano. Nunca le han gustado esos lametones, y su primer impulso es el de alejarse. ¿Por qué fingir que es un camarada, cuando en realidad es un asesino? Sin embargo, se ablanda. Un animal sobre el cual pende la sombra de la muerte, ¿por qué iba a sentir que se aparta como si su tacto fuese una aberración? Por eso les deja lamer su mano si quieren, tal como Bev Shaw los acaricia y los besa cuando se lo permiten.
Espera no pecar de sensiblero. Procura no mostrar sentimientos a los animales que mata, ni mostrar sentimientos a Bev Shaw. Evita decirle: «No sé cómo puedes hacerlo», para no tener que oírle responder: «Alguien tiene que hacerlo». No descarta la posibilidad de que en lo más profundo Bev Shaw tal vez no sea un ángel liberador, sino un demonio, y que tras sus muestras de compasión puede ocultarse un corazón tan correoso como el de un matarife. Trata de mantenerse con la mente bien abierta.
Como es Bev Shaw quien empuja la aguja y la clava, es él quien se ocupa de disponer de los restos. A la mañana siguiente a cada sesión de matanza, viaja con la furgoneta cargada al recinto del Hospital de los Colonos, a la incineradora, y allí entrega a las llamas los cuerpos envueltos en sus negras bolsas”. (Desgracia, Coetzee, DeBolsillo, 2005, p. 180. Trad. Miguel Martínez Lage)
Hay cosas en este video que le revuelven a uno el estómago y la conciencia. Y no estoy pensando en la crueldad de algunos con los animales, sino en esa lábil frontera entre las personas y las bestias, en lo difícil que es saber cómo comportarse con ellas, en la imposibilidad de establecer fronteras claras que delimiten hasta dónde deben llegar nuestros desvelos para salvarles la vida, para cuidarlas.
I
El lobo, llamado Navarre, fue encontrado el pasado 9 de enero casi congelado, con las piernas paralizadas, desnutrido y con 35 perdigones en el cuerpo. Recuperado gracias a un masaje cardiaco y la respiración boca a boca, fue acogido en un centro dedicado a la protección animal, el Centro tutela e ricerca fauna esotica e Selvatica Monte Adone (Bologna), donde fue operado y después atendido durante su rehabilitación.
(Fotos)
II
Dos meses después el lobo todavía no puede ser soltado para que viva en libertad, pero ya pasea por su jaula. La debilidad de sus patas traseras es aún evidente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario