Poco tiene que ver este tango con la elegante displicencia de Elliot, al parecer marido desgraciado e incomparable poeta del amor moderno: In a minute there is time/ for decisions and revisions which a minute will reverse. La desgracia matrimonial es frecuente, las grandes dotes poéticas ni lo más mínimo. O quizá sí que tiene que ver este tango con el Sur sentido como refugio, vuelta a la patria perdida, al bienestar imposible.
La música original es de Piazzolla, con la voz de Goyeneche, y pertenece a una película titulada Sur. Escuché durante unos meses a este increíble compositor, pero al final pudo conmigo. Nunca me había hecho sentir tan triste una música, tan desolado, rebotando de un lado a otro de un laberinto lleno de aristas. Quizá por el bandoneón, pariente del acordeón, del que Bierce dice que es “Un instrumento en armonía con los sentimientos de un asesino”. Pero este tango no es tan intenso, tiene hasta letra, algo a lo que agarrarse, frente al abismo sin asideros de otras composiciones suyas. Sobre el texto se puede decir algo parecido a lo que dijo Gamoneda sobre Benedetti y su endeble lenguaje poético, aunque hasta en esos ámbitos populares hay quien es capaz de hacer grandes cosas si tiene amor al texto y capacidad para recrear la tradición.
Vuelvo al Sur,
como se vuelve siempre al amor,
vuelvo a vos,
con mi deseo, con mi temor.
Llevo el Sur,
como un destino del corazón,
soy del Sur,
como los aires del bandoneón.
Sueño el Sur, /inmensa luna, cielo al revés,
busco el Sur,/el tiempo abierto, y su después.
Quiero al Sur,/su buena gente, su dignidad,
siento el Sur,/como tu cuerpo en la intimidad.
Te quiero Sur,/Sur, te quiero.
Vuelvo al Sur,/como se vuelve siempre al amor,
vuelvo a vos,/con mi deseo, con mi temor.
Quiero al Sur,/su buena gente, su dignidad,
siento el Sur,/como tu cuerpo en la intimidad.
Vuelvo al Sur,/llevo el Sur,/te quiero Sur,
te quiero Sur...
C. Veloso, al borde de la cursileria, deconstruye el tango:
En italiano. Pietra Montecorvino:
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