Alguien me contó una bronca marital. La mujer había hecho unos huevos fritos con chorizo al marido. Pero él se negó a comérselos porque decía que estaban hechos sin amor. No sé si es que tenían galladura, si el chorizo no estaba cortado como cuando eran novios o chorreaban aceite. O tal vez eran perfectos, mejor hechos incluso que nunca antes, unos huevos fritos con chorizo de ensueño… pero sin amor. Y así, ay, no soy nada.
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