El escritor belga Maurice Maeterlinck describió los estadios iniciales de adaptación al mundo de su bulldog Pélleas en Le double jardin, como “un agobiante trabajo que abruma cualquier cerebro al inicio de su vida”:
“Il lui fallait, en moins de cinq ou six semaines, faire pénétrer et organiser en elle une représentation et une conception satisfaisante de l’univers. L’homme, aidé de toute la science de ses aînés et de ses frères, met trente ou quarante ans a esquisser cette conception ou plutôt à entasser autour d’elle, comme autour d’un palais de nuages, la conscience d’une ignorance qui s’élève; mais l’humble chien doit la debrouiller en quelquels jours”Otra cita de Maeterlinck sobre los perros:
En Les larmes d’Ullisse, Grenier, Roger, Gallimard, 1998, p., 12
“En todas las formas de vida que nos rodean, ni una, salvo el perro, se alía con nosotros. Es el único ser vivo que ha encontrado y reconoce a un dios indudable, tangible, irrecusable y definitivo. Sabe a quién consagrar lo mejor de sí mismo. Sabe entregarse más allá de sí mismo. No tiene que buscar un Poder perfecto, superior e infinito en las tinieblas, las mentiras sucesivas, las hipótesis y los sueños”.
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