"El número más bajo de personas que puede tener un grupo es tres, tal como yo lo veo. Esto se debe a que para que un grupo sea un grupo tiene que haber al menos una relación de la cual el individuo pueda verse potencialmente excluido; una relación en cual pueda confiar o no, que pueda o no ofrecerle ayuda y apoyo, pero que al menos en potencia se encuentre fuera de su experiencia y su control directos: El popular refrán Dos son compañía, tres son multitud expresa muy bien, creo yo, la ambivalencia fundamental que sentimos hacia el grupo" (Arabella Kurtz, p. 109).
"... una experiencia de grupo, una experiencia en que la conciencia del propio ego es suprimida o bien se va apagando gradualmente. de pronto el mundo parece carecer de complicaciones. de pronto eres uno con tus vecinos, vives un éxtasis moderado, estás fuera de tu yo cotidiano.
... si tengo algún interés en los grupos (en el pensamiento y en la conducta del grupo) es porque, en el curso de mi vida, y pagando un precio, me he alejado por reacción de la regresión al grupo.
Y digo pagando un precio porque creo que la regresión es una parte natural de la vida humana. Yo llegaría incluso a decir que la regresión periódica tal vez forme parte de la economía psíquica natural, parte de nuestra forma de mantener la cordura (el equilibrio)" (J.M. Coetzee, p. 100 y 104-105).
Coetzee, J. M., Kurtz Arabella, El buen relato, Random House, 2015, trad. Javier Calvo.
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