Luigi Ghirri, Alpe di Susi Bolzano, dalla serie
Topografica-Iconografica, 1979.
“Nunca he visto el mundo más amenazador e hiriente que sobre
la cumbre de una montaña. Mientras mi padre decía unas cuantas veces qué
tranquilidad reina aquí en la cumbre, una tranquilidad mayestática, decía, en
el fondo, no aguantaba ya de pura intranquilidad, porque la intranquilidad está
donde se espera la tranquilidad de la forma más grande y absoluta, y él se
atormentaba varias veces diciendo que entonces reinaba la mayor
tranquilidad, todos estábamos de repente en la mayor tranquilidad, decía, y nos
decía si no oíamos que estábamos en la mayor y realmente absoluta tranquilidad,
dije; animaba continuamente a mi madre a decir y reconocer que ahora estábamos
en la más absoluta tranquilidad y mi madre dijo también unas cuantas veces que
estábamos en la mayor y absoluta tranquilidad, qué silencioso, qué
tranquilo se está aquí, todo está tranquilo, dijo ella, aquí reina la
mayor tranquilidad. Y como yo no fui en seguida de la misma opinión de mis
padres, me animaron a decir que allí arriba en la cumbre reinaba una
tranquilidad absoluta y por eso, para poner fin a sus amenazas,
dije también que allí arriba en la cumbre reinaba la mayor tranquilidad, la
tranquilidad absoluta (…) Semejante tranquilidad, dijo mi padre varias
veces. El viento fue pronto una tormenta, y creímos que nos íbamos a helar allí
mismo. De manera que nos apretamos en el rincón de la roca, mirando hacia
fuera. La tormenta era una buena señal, dijo mi padre. Sí, dijo mi madre, dije
yo.. la subida había durado ocho horas. Mis padres se apretaron uno contra otro
en el ángulo de la roca y empezaron a temblar con todo el cuerpo. La tormenta
era tan fuerte que apenas entendí lo que dijo mi padre: qué tranquilidad reina
aquí. También él estaba totalmente agotado, como mi madre. De mí sólo sé que no
sabía cómo había podido seguir siquiera a mis padres. Se quitaron las botas de
montaña y estiraron piernas y pies y se frotaron mutuamente los dedos de
los pies. A mí me parecía estar soñando, dije. Desde entonces odio tanto al
Ortler. Sin embargo, cada tantos años tenía que ser el Ortler, dije, no sé por
qué…"
(Bernhart, Thomas, Reencuentro, Goethe se muere, Alianza Editorial, 87-89)
(Bernhart, Thomas, Reencuentro, Goethe se muere, Alianza Editorial, 87-89)
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