Tabucchi, muerto anteayer, día 25, a los 68 años de edad, saltó a la fama con un cult bestseller de bastante calidad, Sostiene Pereira (1994), sobre las andanzas de Pereira, su protagonista, convertido en opositor antisalazarista malgré soi, por dignidad y por amor, pero más bien un personaje de la estirpe de los ineptos vitales que tanto juego han dado en la novela italiana desde Svevo. Quizá, Tabucchi abusó del mantra sostiene Pereira, repetido a lo largo del libro hasta la saciedad, pero hay que entender que se trataba de la vertiente menos exquisita del autor de Donna di Porto Pim (1983), una de sus obras más logradas, un artefacto literario que a veces recuerdo como una especie de Moby Dick en miniatura (Vila-Matas). En la línea de intriga policíaco política con trasfondo moral, también escribió la La testa perduta di Damasceno Monteiro (1996), que cosechó, injustamente, a mi modo de ver, menor éxito.
Una de sus grandes pasiones fue el portugués, el país, su lengua, su literatura, que acabó enseñando en la universidad. He aquí unos versos de Pessoa, traducidos por él, que resumen una vida dedicada a la escritura:
”Il poeta è un fingitore / Finge così completamente / che arriva a fingere che è dolore / il dolore che davvero sente” (Fernando Pessoa, traduzione di Antonio Tabucchi, 1943-2012 RIP).
La muerte de Tabucchi en algunos medios internacionales (Fuente)
Enlace a un artículo suyo publicado el 25 de marzo:
Sfogliando il made in Italy
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